12 de noviembre de 2006

Dueño de una inocencia que podría no ser inocente, pero tampoco culpable.
En tus costados abiertos e imperfectos, es donde la pureza se expande.
En tus labios cálidos, en donde el frió quema y se derrite el hielo de los mios.
En tu abrazo que podría abarcar y contener mi mundo, pero nunca suficiente.

Quizás el único desahogo sea ahogarme en tu boca.








nadina.