No sé realmente como empezar esto, suena trillado pero la realidad es que es lo más difícil que me toco escribir en los casi 21 años de vida que tengo y es sobre la muerte y la ausencia de alguien cercano, muy cercano. La muerte de alguien que me dio la vida y todas las palabras que pueda escribir me resultan vacías. Hace menos de un mes dejo de estar mi papá, para estar simplemente en recuerdos y una nostalgia cruda.
Tengo un adiós pendiente, palabras que están en mi cabeza sin dejarme dormir, asechando siempre para resurgir en cualquier momento y lugar para hacerme recordar que ya no voy a escuchar más su risa, ya no voy a escuchar más sus pasos, ya no voy a sentir su mano fuerte sacudiendo mi cabeza, oler su perfume y volver a ver a ese hombre tan bueno. La puta madre que eras un buen hombre!
Esta es la parte que no puedo evitar sentir ese orgullo abrasador que me roba una sonrisa, casi sin querer. Porque mi papá era un hombre de los que ya no hay, un hombre que hizo más de lo que dijo, un hombre que nadie podría acusar de absolutamente nada que no sea halagador a mis oídos, ni en mis días de mayor rebeldía adolescente deje de sentir admiración por él ni este orgullo que me mantiene de pie, firme y completa porque lo tuve y eso siempre me quedara.
En esto que es un poco de tristeza por ya no tenerte, un poco de paz por no verte sufrir más, un poco de alegría al recordarte, un poco de todo y un poco de nada, te digo papi mio,
Hasta nunca y hasta siempre en mi.