18 de noviembre de 2008

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Anhelo que las palabras sean música en un idioma que no interpreto.
Ansió divisar desplazarte, qué me recitará tu cuerpo?
No soy solo esto, además soy lo que no percibes, lo que se silencia debajo de la lona.
Prefiero que me digas la verdad, dejame optar o repudiar.
Mi cabeza es una jaula, quiebra los barrotes y emancipa mis ideas.
No me enredo, no titubeo, se lo que deseo y lo que poseo.
Lo que cuesta es pisar fuerte, en el oscilante suelo.
Hablo claro y fluido, si no lo interpretas, es tu barrera.
Lo que no se dice, no caduca a tiempo.
Si no lo ejerces, las palabras se incineran en la hoguera.
Somos Hueso, piel y carne. El simiente de la tierra.
Mi sangre abrasa, fluye, Brota, me impulsa, escalde. Sentenciame si lo prefieres, de nada me arrepiento... Me comprometo. Intento expulsar los lamentos.
Alcanzo y atrapo, que permanezca lo que se sostenga, lo que prevalezca.
Soy esto, lo que esta encima de la mesa, si no lo amas, no lo tomes, no me aferres. No soy tu cautiva, no me apreses.
En el cimiento de los cuatro elementos, soy la secuela.

Soy día, incluso soy noche.