La mente como una estampida incontenible, caballos galopando en su instinto de manada.
Observo un punto negro estático, mis ojos se hipnotizan en él, solo el punto negro en mi mente, Lo tomo, lo jalo. Del punto surge una soga, de la soga un infinito de materias e incógnitas consecuente de solo ciertas respuestas atadas.
El pulso inquieto, la respiración agitada.
El corazón latente, al borde de la piel, casi una fractura expuesta.
Es tanto y es poco, es mucho y no alcanza. Sigo jalando, quiero ver más.
El desborde emocional resta. Mucho se pierde, mucho se va de mi, se escapa.
Jalo tanto que el desborde y la reacción de contenerlo todo me posesionan, ato todo lo que cae y puedo recuperar y continuo tirando, encimando hacia mi.
Intentar entender me sitúa en esta incomoda sensación abstracta.
Mis falencias se apoderan cuando de la abstracción me hago dueña o ella de mi.
Nadie tiene una respuesta que todo lo abarque.
Solo hipótesis, solo sensaciones, solo fe, solo más de lo que somos.
Cuando la mente va más allá de lo posible, responderme que somos incompletos me otorga una extraña sensación de calma.
En la condescendencia, en el afán de comprensión; me volví enemiga de mi misma.
Quizás solo sea cuestión de no tirar de el punto negro.
Quizás no me concierne.
Una estampida puede aplastarte.
30 de marzo de 2009
Un punto
Publicadas por
nadine
a la/s
3:28 a.m.