Había estado bajo la tierra, escondida entre la vida que le crecía
Hasta que llego la lluvia.
Desde la tierra seca que yacía los recuerdos de una triste agonía
la sangre que le corroía, que la había cohibido a ser semilla
donde se repetía la misma melodía,
cantaba con su voz de niña
Una noche llego la lluvia
se resistía al anhelo de brotar al frenesí
que la había enterrado con sus rasgaduras
Desde el silencio mismo que conoce quien a estado de verdad a oscuras.
Vibro hacia las manos que la aseguraban arriba
Tan firme sobre la tierra húmeda,
expuesta a la suavidad de las manos que la recorrían como el agua
hasta atravesarla, en la brevedad que abría su alma
Sin conocerle, sin decirle, sin preservarse
Antes que pudiera sentirle otra vez, en la reserva brutal,
desaparecía
La lluvia ahora era entonces un diluvio que no cedía.
Allí estaba tan efímera como perpetua,
Flor de un día.
30 de octubre de 2012
Flor de un día
Publicadas por
nadine
a la/s
3:39 a.m.