Una extraña calma que me desconcierta, cansancio o cambio? no lo sé.
El camino se bifurca y sin embargo sigo viendo el suelo, pisando las piedras, una y otra vez, las pateo, las corro de lado, retrocedo mis pasos y las vuelvo a patear.
Los pies me pesan, me duelen, pero no puedo sentarme a descansar. Voy a paso del tiempo, del mundo, sin poder correr, sin poder parar, ni un paso atrás y ni un paso adelante.
"De todo se aprende" me dicen, pero siento que me amarga. No quiero caer en el consuelo mediocre. De lo bueno no se aprende?
"una de cal y una de arena" dicen. Pero estoy hasta la coronilla de cemento.
Es lo que hago, es lo que pasa, es lo que toca... no importa. El mundo gira y sigo en el mismo lugar, anclada, inerte. Miro el árbol por la ventana, que se llena de hojas y se deshoja... así me siento. Reviviendo una y otra vez para estar de pie, marchita y florecida, marchita y florecida, marchita y florecida... enterrada, queriendo correr.
Queriendo ser la mariposa que se apoya en mis pétalos, para poder volar.
Pequeña, para poder observar de cerca lo invisible.
Pequeña, para que esto inmenso que me pesa quede afuera
Sin raíces, para ser libre... lejos de la tierra, dejando me llevar por el viento, sin preocuparme donde iré a caer.
me deshojo esparciéndome en todo, pero quedándome inerte, desnuda. Mis lágrimas caen para hacerme volver a nacer, mirar el sol, sonreír y volver a desnudarme. Frágil y fuerte. Transparente y opaca. Me siento todo y me siento nada.
Soy la rosa que va perdiendo pétalos, pero nunca las espinas... hasta que me arranquen de un tirón.
20 de octubre de 2008
inercia
Publicadas por
nadine
a la/s
8:16 p.m.