22 de octubre de 2008

Tiempo de gigantes

Me gusta el cambio de horario. Todos sienten que nos roban una hora de vida , por eso me divierte, porque nos descoloca. El año pasado me tomo más de sorpresa, recuerdo sentirme muy extrañada, de alguna manera destructurada. Fue la evidencia perfecta de que somos presas del reloj, del tiempo, que estamos completamente programados, que tomamos como natural lo evidentemente artífice.
Que creemos en el tiempo, que somos lo que creemos; tiempo y limite.
Me gusta cuando dejo de creer en eso, al menos por un momento, sentirme fuera de lugar.

Cuando me siento invadida y aplastada por lo mundano, recuerdo cuando volé en avión por primera vez. Todo allí abajo entraba en mis ojos sin mayor esf
uerzo. Las personas eran invisibles o diminutas como hormigas, con la sensación de que podría aplastarlas con un dedo o que un viento fuerte podría llevarse todo. Las luces fuertes, cegaban a nuestros ojos las estrellas, ocultaban lo realmente impresionante, para hacernos sentir más brillantes, únicos, soberbios.
Me pregunté; cuantos de allí abajo se sentirán gigantes?

Cuantos de allí abajo se sentirán que están solos en el mundo, con aquellas luces que no los dejan ver las tantas otras hormigas desorbitadas ?
Cuantos aceptaran su tamaño y podrán sentir libres en él?


Lo material se a convertido en una extensión de nuestro cuerpo, cuanto mas poseemos mas grandes somos y él mas grande aplasta a la hormiga.
Cuanto mas poseemos, nuestra mente pareciera encapsularse, no poder abstraerse, presa en la cápsula del rascacielo.

Cuantos estarán naciendo allí abajo, cuantos morirán?

cuantos estarán haciendo el amor?
Cuantos estarán llorando porque sienten que no volverán amar nunca más?
Cuantos reirán, se encontraran, se dejaran?

Cuantos pensaran lo que estoy pensando aquí?
Cuantos miraran sus zapatos, cuantos al cielo?
...Cuantos podrán volar?

El hombre va cobrando altura, según datos de siglos pasado
s, el hombre promedio media 1,50 m
El hombre se siente gigante y lo exterioriza, el que mas tiene, mas pesa al aplastar.

Como el árbol que extiende sus ramas para llegar al sol, que alcanza al edificio.
Extendemos nuestras manos entre otras a mas altura, para poder tomar más.
Somos lo que tenemos, somos el tiempo. El más inteligente es el que mas metas logra alcanzar, el mas astuto es el que logra pisar mas hormigas, el mas importante es el que escala mas manos para tomar más sol, el gigante, el soberano.

El más fuerte es el mayor terrenal... Será verdad?
El mar se extiende sin tiempo, impasible, imperturbable, incontenible, percude la piedra, transforma a la roca mas solida en arena.
Allí esta la fuerza, lo irónico es que es el mar, lo único que no logramos poseer ni conocer en su totalidad... Pero ello nos hace sentir pequeños y sentirnos pequeños nos perturba. Preferimos ser pequeños inconscientes, dominados. Por el tiempo, por un soberano, por quien allá llegado más lejos, por el que creamos el mayor de los gigantes.


El gigante se siente tranquilo en su altura, allí en la torre de la pirámide, sostenido por hormigas, más cercano al sol que nadie... Pero el gigante cae con más fuerza y el mar todo se lo lleva.



Dedicado a mi papá, quien me enseño a tener una mente humilde y despierta, para poder sentirme libre.