Manual para desandar el destino
Vas a ser aplaudidx cada vez que corones un mandato,
sigas al pie de la letra la lista de instrucciones
que vino en tu manual de nacimiento,
donde está todo pautado: cómo se supone que tenés que ser.
A eso van a llamarlo destino.
El sonido de las palmas va a levantarte del suelo
y a dirigirte hacia el resplandor del sol como una polilla.
Siempre van a esperar que sigas la luz,
aunque nunca alcance lo que hagas, lo que digas, lo que sientas,
ni tus propios deseos.
El manual va a chocar contra tu cuerpo
haciendo un ruido manso.
Cuando te aturdas y te pierdas del “buen camino”,
vas a esperar que todas esas palmas se conviertan en abrazos.
Pero la mayoría van a ser dedos señalando.
Incluso los tuyos.
Las instrucciones son claras:
siempre hay que levantarse y seguir adelante,
sin cuestionamientos.
No vas a escuchar esto muy seguido:
es una opción permanecer en el suelo.
Cada caída puede ser una oportunidad.
Y esto es importante que lo sepas, amadx mío:
vas a ser las palmas, el dedo y el ruido.
Vas a ser también el cuerpo en el piso.
Esto puede convertirse en un ciclo.
Pero quiero que sepas que no es el único.
Es abajo, en lo profundo,
donde vas a poder elegir de verdad quién querés ser:
quemando manuales,
lejos de la luz
y del “buen camino”.
Si tus palmas dejan de aplaudir y señalar
para arar y forjar tu propio destino,
ya no vas a ser derechx.
Vas a ser silvestre.
Vas a tener que aprender a andar
sin aplausos,
sin dedos marcando lo correcto o lo incorrecto.
No es fácil, amadx.
La oscuridad da miedo.
No hay manual para la incertidumbre.
No hay seguridades,
no hay ilusión de control,
no hay tránsito ordenado.
Pero calma,
no es todo calvario.
Van a decirte —y vas a creer—
que estás equivocadx.
Vas a dudar y cuestionarte mil veces.
Mil veces vas a sentir que estás errando.
Vas a escuchar las voces salir a la intemperie
para castigarte
y redirigirte más fuerte.
Y entonces vas a verles la cara de frente.
Vas a ser consciente de que hay voces,
de su poder,
y de que muchas no te pertenecen.
Vas a dudar de tu cordura.
Y luego, vas a dudar de lo que creíste que era normal.
Vas a preguntarte quién sos, mil veces.
Mil veces vas a reversionarte.
Quizás hasta la muerte.
Porque mucho antes de que llegue,
vas a ponerte de cara ante ella
y vas a saber que no hay realmente nada de qué huir,
ni cómo hacerlo.
El camino de la luz sin sombra no te vuelve inmortal.
Solo te vuelve ciegx.
La verdadera oportunidad
es aceptar y agradecer tu existencia.
Eso es suficiente.
No hay lugar a dónde llegar.
No existe la meta.
Solo hay mucha espesura donde perderse.
La abundancia está en andar silvestre.
Allí vas a encontrar los abrazos
de otrxs yuyos
que saben lo que es andar perdido
y encontrarse genuinamente.
Y no hay nada más hermoso, amadx mío,
que compartir nuestras matices,
las estaciones,
nuestras experiencias de andar vivxs y muriendo,
sintiendo todo lo que puede ser sentido,
creando todo lo que puede ser creado,
siendo cada unx
y siendo juntxs.
Otra humanidad junto al mundo.
Por encima y por abajo.
Por encima y por abajo.