27 de julio de 2025

Venus


Un pardo atardecer
que se agazapa
en la línea curva
donde todo perece
y se brota.

Allí se cuece
mi sangre.

Tejo, como araña,
las ganas,
al impulso ocaso
de las voluntades
que tengo.

Rojo etéreo,
fruto dorado.

Qué miedo común
ya no es más
que la suerte
del misterio.

Confío.

21-06-2021-∞

10 de julio de 2025

Manual para desandar el destino

 Manual para desandar el destino

Vas a ser aplaudidx cada vez que corones un mandato,
sigas al pie de la letra la lista de instrucciones
que vino en tu manual de nacimiento,
donde está todo pautado: cómo se supone que tenés que ser.
A eso van a llamarlo destino.

El sonido de las palmas va a levantarte del suelo
y a dirigirte hacia el resplandor del sol como una polilla.
Siempre van a esperar que sigas la luz,
aunque nunca alcance lo que hagas, lo que digas, lo que sientas,
ni tus propios deseos.

El manual va a chocar contra tu cuerpo
haciendo un ruido manso.

Cuando te aturdas y te pierdas del “buen camino”,
vas a esperar que todas esas palmas se conviertan en abrazos.
Pero la mayoría van a ser dedos señalando.
Incluso los tuyos.

Las instrucciones son claras:
siempre hay que levantarse y seguir adelante,
sin cuestionamientos.

No vas a escuchar esto muy seguido:
es una opción permanecer en el suelo.

Cada caída puede ser una oportunidad.
Y esto es importante que lo sepas, amadx mío:
vas a ser las palmas, el dedo y el ruido.
Vas a ser también el cuerpo en el piso.

Esto puede convertirse en un ciclo.
Pero quiero que sepas que no es el único.

Es abajo, en lo profundo,
donde vas a poder elegir de verdad quién querés ser:
quemando manuales,
lejos de la luz
y del “buen camino”.

Si tus palmas dejan de aplaudir y señalar
para arar y forjar tu propio destino,
ya no vas a ser derechx.
Vas a ser silvestre.

Vas a tener que aprender a andar
sin aplausos,
sin dedos marcando lo correcto o lo incorrecto.

No es fácil, amadx.

La oscuridad da miedo.
No hay manual para la incertidumbre.
No hay seguridades,
no hay ilusión de control,
no hay tránsito ordenado.

Pero calma,
no es todo calvario.

Van a decirte —y vas a creer—
que estás equivocadx.

Vas a dudar y cuestionarte mil veces.
Mil veces vas a sentir que estás errando.
Vas a escuchar las voces salir a la intemperie
para castigarte
y redirigirte más fuerte.

Y entonces vas a verles la cara de frente.
Vas a ser consciente de que hay voces,
de su poder,
y de que muchas no te pertenecen.

Vas a dudar de tu cordura.
Y luego, vas a dudar de lo que creíste que era normal.


Vas a preguntarte quién sos, mil veces.
Mil veces vas a reversionarte.
Quizás hasta la muerte.

Porque mucho antes de que llegue,
vas a ponerte de cara ante ella
y vas a saber que no hay realmente nada de qué huir,
ni cómo hacerlo.

El camino de la luz sin sombra no te vuelve inmortal.
Solo te vuelve ciegx.

La verdadera oportunidad
es aceptar y agradecer tu existencia.

Eso es suficiente.

No hay lugar a dónde llegar.
No existe la meta.
Solo hay mucha espesura donde perderse.

La abundancia está en andar silvestre.

Allí vas a encontrar los abrazos
de otrxs yuyos
que saben lo que es andar perdido

y encontrarse genuinamente.

Y no hay nada más hermoso, amadx mío,
que compartir nuestras matices,
las estaciones,
nuestras experiencias de andar vivxs y muriendo,
sintiendo todo lo que puede ser sentido,
creando todo lo que puede ser creado,
siendo cada unx
y siendo juntxs.

Otra humanidad junto al mundo.
Por encima y por abajo.
Por encima y por abajo.

El duelo madre

 El duelo madre de todos los duelos, 

el duelo también de mi misma 

de todo lo que no volveré a ser

siendo tambièn

la casa, el jardín, el taller, mamá

Los vinculos 

Todo lo que se llevo el otoño

abrazo la herida de lo perdido

me permito admirar

lo que comienza a brotar 

Lo que ya no está 

La que acepta la muerte para sostenerse en la vida

Manifiesto en voz baja

Sigo el hilo invisible
que me va tejiendo por dentro,
aunque a veces no vea
más que nudos y enriedos.

Resisto sin escudos,
reconstruyo desde escombros,
me dejo abrazar
por lo que aún no entiendo.

Hay belleza en no rendirse,
aunque duela,
aunque nadie mire.

Me sostengo como puedo,
y a veces no puedo,
pero siempre estoy.

Honro mi pausa,
mi forma torpe de florecer,
el silencio que habla por mí
cuando no tengo palabras.

Confío en mi fuego suave,
en mi ritmo raro,
en mis manos cansadas.
No tengo que llegar rápido,
tengo que llegar siendo yo.


23 de junio de 2025

Guia para curar el alma en el monte

Guia para curar el alma en el monte

Antes que todo,  
procura que esté en el cuerpo,  
protege tu espalda baja del susto  
con una linda faja que tenga raíces  
y te contenga con suave firmeza.  

Anda con el corazón en pecho,  
sin miramientos,  
un salto de fé no del todo ciego.  
El camino apremia andarlo  
con el sigilo de un puma  
que avanza surcando espinas.  

Si sabes escuchar, 
El susurro de las rocas  
van a contarte el poder de tu cuerpo  
al andarlas 

Subí al cerro dejando las penas 
y desde su cima  
escucha al miedo jugar con el viento en el río,  
hasta estremecerte los huesos  
y hacerte silencio.  

Date una linda compañía,  
una amistad que se sienta un regalo,  
que no vacile en dar ternura y cuidado:  
abrigo, pancito tostado,  
charlas de pecho abierto.  

Entrégate a la aventura,  
a abrir caminos,  
a confiar en quien los ha recorrido,  
a sumergirte en la experiencia  
como una luna creciente  
que se libera de todo pensamiento menguante.  

Habla con un árbol  
y aprende la sabiduría  
de quien sobrevivió los años,  
incendios y tempestades.  
Él sabrá mostrarte  
que estar vivo es estar de pie.  

Hacé una enorme fogata  
allá en lo alto  
con todo lo que ya no necesitas:  
los miedos viejos,  
las culpas pesadas,  
las palabras que te hicieron daño.  

Deja que el fuego los transforme  
en cenizas livianas,  
que el viento se lleve  
lo que ya no es tuyo.  

Aguarda en la noche  
el lucero de la mañana,  
como una luz de esperanza  
que ilumina con belleza y calma:  
Siempre escampa.

Luego, sentate en silencio.  
Respirá hondo el aire puro del monte,  
dejá que el ritmo de tu corazón  
se acompase con el latir de la tierra.  

Escuchá.  
No hay prisa acá.  
El alma se cura con tiempo,  
con paciencia,  
como el agua que talla y pule la piedra:  
suave, persistente,  
sin forzar el ritmo.  

Aprendé a soltar  
incluso el deseo de sanar,  
porque el alma sabe cómo florecer  
cuando nadie la está mirando.  

Báñate en el río helado  
—ese que te quita el aliento—  
y deja que el agua te recuerde:  
"Lo que duele también limpia,  
lo que asusta también despierta". 

Recogé piedras, plumas, raíces,  
guardálas como letras  
de un alfabeto sagrado.  
No tienen que significar nada todavía…  
pero un día, sin aviso,  
te van a decir exactamente  
lo que necesitabas escuchar.  

Cuando bajés del monte,  
llevate el cielo entre las manos.  
No como una conquista,  
sino como un pacto:  
Vuelvo, pero nunca me fui.

Y si la tristeza o el vacío regresan  
—como siempre lo hacen—  
no les cierres la puerta.  
Invitalos a sentarse,  
ofreceles un tecito de hierbas  
y pan recién horneado.  
Preguntales:  
"¿Qué vinieron a enseñarme?"

Luego despedilos con un abrazo,  
sin seguirles hasta la puerta.

17 de marzo de 2025

Firmeza

El canto de la sirena de agua dulce me llama a sumergirme en lo profundo, ese espacio infinito y sensible dónde el tiempo se expande hasta no ser, el océano poderoso e inospito, donde la oscuridad me acuna y me da una voz, la presión, el palpito y la visión, la emoción que solo puede decirse en un tambor, en el movimiento del cuerpo, en la flor que muere y revive en mi pecho en una llama perpetua que mueve mi instinto. Podría quedarme para siempre, la firmeza de salir me devuelve a el sol, al alivio de la claridad, el territorio donde estoy firme y vomito lo que no entiendo para volver a mi, al límite de mi cuerpo. Puedo estar en muchos lados, sentirlo todo a mí alrededor ¿pero a qué costo? Necesito una dirección, la humildad de mis dolores, jugar a buscar mensajes en las nubes, el ass de espadas.  No puedo cambiar lo que no quiero aceptar, esto me enfrenta a saber que no depende de mi y duele perder esa oportunidad, pero ya estoy cansada de tratar lo imposible, intentar viajar en el tiempo en nuevas acciones que solo crean distancias, salvar e inrumpir en algo más que no sea mi propia voluntad a la cual necesito despertar y cuidar, mi cuerpo, mi alma, mi verdadero poder. 

La herida

Veo la herida y ya sin más voluntad de ignorarla, de taparla o esconderla supura y sangra. Siento desesperación y quiero arrancarla, crece tomando mi cuerpo, mi mente, mi voluntad, mis recuerdos, mis deseos, todo lo que soy y lo que no pero igual me habita, lo que entra por esta herida que a sido un portal para que todo pase y todo salga casi sin filtro por tanto tiempo. Casi hasta sentir que no puedo confiar en nadie.  Lo inumerable e inimaginable qué invadió todo a la sombra de convencerme de entender por encima y por fuera de mi misma. De aceptarlo y ser honesta: no puedo. Aunque tanto intento, percibo o aprendo. 

La herida toma a veces una forma que rechazo y me ampara, la forma que intenté abandonar moldeando con enojo, con gracia o irreverencia. Matandome en cada símbolo nuevo y renaciendo en otra oportunidad de sentir comodidad en lo que hábito. Pero estoy agotada y ya dentro de la herida, rendida de toda estrategia que fracasa de superar o sanar,  encontrándome en los ojos de aquella niña que sufrió la primera embestida y aturdida se sostuvo en medio del dolor más intenso que quizás hayamos sentido, nos lo debo. Ya no podemos volver a matarnos, ellxs deben morir. Cada voz, cada gesto y cada presencia que han entrado tan profundo a hacernos daño, ya no importa la causa ni la cara, no hay contrato de lealtad en donde existe esta protección, este es el nuevo hechizo. Ya no tienen poder acá, en este espacio donde una niña tiene la posibilidad de amarse, la herida es ahora el portal para nuestro encuentro. 



22 de septiembre de 2024

Manos


En sus primeros intentos de arte la inteligencia artificial no puede hacer manos pero son manos las que nos llegan del primer arte humano. Sin quererlo la IA comprobó lo que nadie antes pudo: Existe el alma. Una mano en una cueva, la tremulidad de reconocernos, la necesidad de conectarnos, nuestra más frágil vulnerabilidad. La irrupción ante nuestros ojos de lo inevitable y su temblor, lo que lo a impulsado todo, todo por lo que intentamos olvidar aunque eso nos destruya: Sabernos mortales. Casi cuando lo logremos van a ser esas mismas manos las únicas que nos puedan rescatar, no de la muerte porque de eso no hay escape más que la aceptación, salvarnos de nosotrxs mismxs y entender que la unica manera de aspirar a vivir siquiera es ser mucho más que un ser invididual. 
Hay que volver a empezar sin ya volver a olvidar. 



«Cada vez que veo una mano entiendo que me saluda y que quien la plasmó quería comunicarse con la eternidad» 
Hipólito Collado