28 de septiembre de 2015

Helicópteros

Un recuerdo de mi papá que se abre como casi en el principio de un libro de capítulos arbitrarios. Hoy es el aniversario del día que mi papá murió y sin embargo en mi cabeza se proyecta una tarde jugando abajo del árbol de los "helicópteros" en el "segundo patio" un lugar que quedaba justo detrás de nuestra casa, había sido una cancha de bochas y mi papá lo compro para transformarse a ser en una pequeña fracción el lugar donde guardaba su auto y el resto del lugar el paraíso mismo donde transcurrieron de los días más felices de mi infancia.
El juego era simple y solo consistía en sacudir las ramas del árbol que tenia las particulares semillas aladas, el árbol estaba justo al lado de la entrada que papá había construido y que conectaba nuestro patio con "El segundo patio" y ese hecho lo hacia en principio, un lugar mágico. Al lado de la puerta estaba "el cuartito de papá" también lo había hecho él y era una especie de cabaña donde guardaba sus herramientas y acumulaba cosas, recuerdo la foto de la abuela Teresa que había atornillado a una pared, una mesa de madera grande llena de herramientas y cajas, maderas y cosas por doquier. Me encantaba entrar a jugar ahí.
Caían las semillas aladas y se me enredaban en los rulos, papá apareció, traía un regalo, me había hecho mi propia hamaca. Era de madera pintada verde y tenia unas gruesas sogas que la sostenían. La ato en el árbol y en este momento, sin saberlo, se escribía un recuerdo feliz. Papá sonreía, con los brazos cruzados por detrás de la espalda, esa sonrisa que se le dibujaba con la boca cerrada, levantando los pómulos, suavizando sus rasgos que lo habían apodado "El turco", sus ojos brillantes y su gesto noble que hacia juego con su corazón. Papá me observa mientras los "helicópteros" caían y volaban conmigo, en mi hamaca nueva.
Me fascinan las semillas "helicópteros", el árbol les da alas para que vuelen libres y así quizás puedan llegar lejos.