19 de noviembre de 2020

Desear las cosas bien explicadas
no sea cosa, que la mano gorila 
interpete todo mal 
Creo en la noche oscura 
la penumbra que alumbra
lo incómodo
La puerta del ojo plano
que tuerce la tómbola
y rediseña
"mhija cuidado, allá fuera esta el diablo" 
dijo la señora texana
Está adentro y no hay fuga,
viaje, descanse y supe luego,
la sombra siempre espera
la noche cotidiana más áspera
Aullo en la luna llena
escupo hilos de seda
gateo telarañas
tejo la promesa
de un sol que grita rayos
que bombea 
amor y centellas

10 de noviembre de 2020

Todavia te escribo



No te escribí las últimas fechas que siempre te escribo o al menos no en este virtual papel, tampoco te olvidé como temia cada vez que no te escribí . Me imaginaba que una se olvida, porque asi dicen todxs que pasa. Que el tiempo todo lo cura,  y entre esas lineas la mordida a la esperanza de ya no recordar la herida. El tiempo no cura, es irreversiblemente incontenible. ¿Vos confiabas en todas tus afirmaciones? Me gustaría preguntarte eso. Me gustaría saber la respuesta, pero sobre todas las cosas anhelo verte los ojos cuando te haga esa pregunta y me reconozcas más grande. Estoy furiosa. Porque era chica y nadie se dio cuenta, nadie me dijo que lo era. Y en tus ojos me morí siendo casi niña, casi adulta. Se todas las respuesta racionales a esto, ya tuve y tuvimos esta conversación en mí imaginario rumiante, varias veces. Así que no te gastes, porqué además dirías un chiste sobre que estás muerto y me reiría. Pero lo único que quiero es que me des un abrazo y me digas que todo va a estar bien aunque este todo mal. 
Estoy furiosa porque dejaste que te coma la culpa que te pusiste en los hombros y la desesperanza del mundo. También te entiendo. Sos tan mortal que estas muerto. Nos reiriamos de esto. Imagino tendríamos una conexion en nuestras energias capricornianas, aunque vos tan sol en Capricornio ni vas a creer. Me gustaría preguntarte por el abuelo y la abuela, que me cuentes todas las historias que cuando era chica en la inconsciencia de que teníamos tan poco tiempo, no pregunte ni escuché.
Como verás yo también lidio con culpas, no solo herede los rulos, la cara y cruzar los brazos en la espalda cuando entró al lugar donde voy con el corazón abierto, también vine con poco de esto. Pero tengo una erramienta papá, una que aprendí cuando me quedé sin las tuyas. El tiempo no cura el dolor, el dolor crece con el tiempo. La tristeza no desaparece, todo lo que nos habita sea en la luz o en la oscuridad nos pertenece tan profundo que nos compone, todo vive, hasta lxs muertos. 
Te amo y ahora entiendo, escribirte, recordarte y amarte a pesar de la culpa y la muerte, es mi cura.

Mi nombre


Mi nombre sabe que lleva pregunta
Una jauria inquieta
Miedo ancestro, otro cachorro
burbujas iridecentes 
Coraje trotamundo 
Anhelo a las corrientes 
sinônimos de todo lo perpetuo 
que te coloca en aquel lugar, 
infinito pequeño 

Lo cura

"El tiempo todo lo cura " Entre esas lineas habita una mordida errante a la esperanza de anular la herida en llanadas. El tiempo es irreversiblemente incontenible, no sabe de tareas de sanarse cómo si este fuese una medicina, cómo si olvidarse fuera cosa de alivio. El tiempo te cura, te enferma, olvida, recuerda, patea, corre, padece, nace, explota, suena, llega al climax. Se repite. Olvidar, al fin de cuentas, es un anhelo que no borra, solo completa el círculo de una pena para saborearla como un caramelo amargo y efímero, un media hora. Todo recuerdo a la luz de la conciencia, se le ven las vertebras, la tristeza es conexa a la alegría. Solo la noción de tiempo hace que los recuerdos felices se imprengen de tristeza. Allí la gratitud se vuelve una llave para recordar también con alegría. La memoria nos hace complejxs, nos da profundidades, nos permite viajar el espacio entre lapsos. Vivxs yendo a la muerte y de la muerte yendo a otra cosa. Quien olvida, desconoce la anatomía de su historia, es un náufrago en su impenetrable planicie de omisiones. Cuando recordas, te volves un navegante. Es cierto, a veces se necesita tiempo para agotarnos de los círculos que braceamos y saltar a otra esfera. Pero sobre todas las cosas necesitas una intensión lo suficientemente fuerte para servir de ancla, para no olvidarte cuando navegues, pero sobre todas las cosas cuando caigas en el olvido de un naufragio y te sientas perdidx o demasiado confundidx, recorda; vos sos el presente y el presente lo es absolutamente todo, inclusive el tiempo, no importa cuando.
No existe una línea, no es cuestión de nada que puedan marcar las horas. Se retrocede, se avanza, se espera, se cae, se inunda, se pierde, se encuentra. No hay ningún lugar perfecto donde ir, la existencia quizás sea única y ecléctica. Insondable para quienes buscan lineas rectas, mundos planos y seres perfectos. La iluminación es conexa a la obscuridad. Nuestra verdadera naturaleza es una médula revestida de huesos y carne, compuestos por el dia y por la noche, hechos de energía e integrxs de conciencia.
No es blanco o negro, ni siquiera es sobre grises, se trata de todos los colores. Estas eligiendo dormir cuando buscas ser un extrañx para tus emociones,  toda emoción de la sombra se te hace ajena y lo ajeno te domina si operas el olvido, la planicie te inunda, asfixia viviendo en agonía de todo lo que no te alcanza porque la llanura sabe a insatisfacción a algo incompleto, porque lo es. 
Cuando surcas la esencia, las cosas son distintas, te ahogas, pero tu médula recuerda, respira con braqueas cósmicas a través de todas las eras, a cada rincón de tu cuerpo,  los recuerdos, marcas y heridas. La vida se extiende de tu pecho, se llena y vacia, así, como la luna. 
En la órbita hacia el centro de todo, el amor como núcleo, es como un pez abisal que nunca vio el sol, pero brilla.
No es nada mágico, solo que se olvida. La memoria es otra llave; el inicio es una puerta hacia otro posible futuro.