Podemos controlar el tiempo que a su vez nos controla con su idea que es nuestra. Es ahora el momento de iluminarse. De descansar, de olvidar, de prometer, de comenzar, de perdonar. Creemos aun, es ahora el tiempo de todo. El tiempo sistemático humano aferrado a un mundo que cambió y pareciera ir a otro tiempo, que no controlamos. Nos descontrola, empieza a irse como la arena entre nuestras cabezas. Hace caer soles incendiados a media noche, hace eclipsar el ocaso cada mañana, tarda en abrir las flores en primavera y levanta las calles en verano. Aferrados a lo que creemos, a nuestro tiempo, a mirarnos parcialmente, como si fuéramos dueños nos apropiamos de la culpa de un mundo que esta fuera del nuestro, nos negamos a seguir su tiempo y así vamos, en la promesa y el olvido, muriendo y naciendo cada ciclo que no cierra.
Un año nuevo que comienza con un sol viejo incendiado y le daremos la bienvenida, como si recién lo conociéramos, esperando que nos cambie, que nos vacíe, que nos deseche.