30 de diciembre de 2013

Ciclo naciente


 Empieza asomarse como un sol naciente un año nuevo. Nuevo. Como si naciera ahora, un sol limpio que recién viéramos, sin manchas, recién encendido, como si en la vuelta lo hubieran cambiado, entonces podemos estar tranquilos. El año nuevo promete empezar,  un cuaderno en blanco, promete cambiar,  si el año viejo pudiera incendiarse con el sol desecho.
Podemos controlar el tiempo que a su vez nos controla con su idea que es nuestra. Es ahora el momento de iluminarse. De descansar, de olvidar, de prometer, de comenzar, de perdonar. Creemos aun,  es ahora  el tiempo de todo. El tiempo sistemático humano aferrado a un mundo que cambió y pareciera ir a otro tiempo, que no controlamos. Nos descontrola,  empieza a irse como la arena entre nuestras cabezas. Hace caer soles incendiados a media noche,  hace eclipsar el ocaso cada mañana,  tarda en abrir las flores en primavera y levanta las calles en verano. Aferrados a lo que creemos, a nuestro tiempo, a mirarnos parcialmente, como si fuéramos dueños nos apropiamos de la culpa de un mundo que esta fuera del nuestro, nos negamos a seguir su tiempo y así vamos, en la promesa y el olvido,  muriendo y naciendo cada ciclo que no cierra.
Un año nuevo que comienza con un sol viejo incendiado y le daremos la bienvenida, como si recién lo conociéramos, esperando que nos cambie, que nos vacíe, que nos deseche.