30 de noviembre de 2015

Resistimos

No quiero y resisto, no de un modo caprichoso. No quiero dar un paso atrás y que mis amigas, amigos y a cualquiera que ande por ahí y sienta la libertad de ser quien es, los llamen enfermos por amar y que vuelvan a incumbirse en su sexualidad. No puedo permitir que les saquen sus derechos adquiridos y siquiera los cuestionen, porque esos derechos debieron estar siempre.
No tolero ver a mi mamá, como a muchos jubilados, preocupada por su jubilación, después de haber laburado toda su vida despertándose religiosamente cada mañana para cuidar y luego enseñar en su oficio de enfermera, le quiten un solo peso de lo que se merece.
Que mis sobrinas no puedan acceder a una buena educación publica, laica y gratuita, como la ley manda, como merece todo niño, todo ciudadano, porque la educación y la salud no son una empresa ni un equipo de fútbol
Ver otra generación, donde la política sea mala palabra, cuando tantos volvimos al dialogo y a la discusión apasionada, que nos mantiene despiertos y responsables de nuestro poder como pueblo.
Que vuelvan esos cuadros, de esos hombres que hirieron a mi familia, así como a mi país en la época más oscura que tuvimos y no puedo permitir que vuelva, nunca más, de ninguna forma, política, declaración o articulo.
No quiero volver a luchar por todo esto que hemos ganado, cuando la lucha debe continuar avanzando, por mayor igualdad social, por el aborto legal, por las mujeres, las minorías, la legalización y regulación, la trata y la corrupción.
Y tan solo es un 10% de las razones por las cuales resistir es la única forma donde siento que puedo pararme ahora, no porque no respete la democracia, más bien, por todo lo contrario. Una democracia que no sostiene y no declara las leyes que amparan la libertad y los derechos de cada uno de sus ciudadanos, no es democracia, es hipocresía y no la quiero y no la quiero para nadie, ni para quienes la eligieron y la van a sufrir. Resistimos.