15 de enero de 2020

Una copa alzada

Soy energía sin límites, soy la serpiente cósmica que encarna en toda realidad, existencia y plano. Soy trasmutadora, soy la destrucción de todo lo que se impone y no deja fluir la vida, soy el caos y también toda armonía creadora. La oscuridad que se nutre en lo profundo para dar paso a el flujo de energia.
Soy un pez que en su fragilidad aprendió a ser tenaz para buscar su propia dirección en un mar emocional, en la profundidad abisal de un todo universal,cada habitante de cada detalle, cada burbuja de oxigeno, en cada encarnación de vida, aún en lo más etéreo e impreseptible. Soy la fuerza de una margarita, la memoria de un elefante que reconoce al tacto, la sensibilidad por excelencia que puede sentir y ser todo lo que vive, en todo lo que se habita.
Soy el puma que camina, conectándose en su propia gestación con la tierra, conocedor del tiempo, desconocedor de lo lineal, habitante de la realidad desconocida y el misterio de su propio poder de encarnarse a si mismo. Soy la construcción y la responsabilidad de mí propia existencia en un mundo material, para dar paso a mis ideas, que se enraizan en realidad. Soy un arma que se forja a si misma, buscando la perfección que se aprende cuando se sabe perfecta en su imperfección.
Danzo ante el espíritu del fuego salvaje y soy parte de él, en un encuentro con la conciencia de la rainha da floresta, me muevo entre llamas bajo la dirección de mi deseo indomable y culmine, brindarme al mundo, expandir para florecer, crecer sin límites. Ser todo lo que puedo ser, dar todo lo que puedo dar.
Ser una eterna alumna, una eterna maestra. Un flujo de vida incontenible e imparable que devela toda verdad y trasciende toda mentira, con una copa en mí mano siempre alzada,  desbordada de celebración por la existencia, siempre de brazos y manos abiertas para dar, para recibir, eterna en un ciclo de amor.
Soy lo imposible volviéndose posible, para darte el reflejo de lo que vos también sos, mucho más que carne, mucho más que ideas, tan profundx como un cuerpo sintiendo a a los rayos del sol.

Soy la afirmación que al infierno del encierro, a la sentencia del juicio, a la hoguera castradora de la ignorancia, a el miedo de nuestro propio poder, a ser víctima del orgullo herido que delimita y oprime, no quiero que volvamos, jamás.